Una tarde muy movidita.
Bueno, la tarde no ha estado nada mal, la verdad.
Después de la charla del Presidente delante de todos, diciendo que todo iba bien y que no debíamos preocuparnos (cosa que era una mentira grande como una casa, la verdad) sucedieron varias cosas importantes e interesantes.
Primero dejadme aclararos por que todo era una mentira o una trola de la clase política: ¡Por que un servidor hablaba cada dos por tres con los Cientificos y los Mecánicos sobre todo esto! Estaba claro que había que ayudarles de alguna manera, sobre todo a construir el Motor Solar y el Motor de Salto. Podéis ver en la foto como no me permiten entrar a averigüar que pasaba realmente.
Imaginaos que os dicen: tienes 8 años para darme la noticia, entonces tu te apañas un buen informe, investigas, y escribes algo muy bonito y lo presentas, con tiempo, pero después de repasarlo mil veces. Ahora vengo y te digo: ¿Recuerdas que te pedí la noticia de aquí a ocho años? Pues tienes ocho horas.
No sé a vosotros, pero a mi se me pondrían los huevos de corbata.
Así que si, había que ayudarles.
Pero bueno, resumamos en pocas palabras lo sucedido durante la tarde, que... ¡menuda tarde!
1. Resulta que de repente, nos enteramos un par de personas que andábamos por allí, que la puerta del Arsenal Alien estaba abierta. Como era de esperar, muchos ingresamos allí dentro a ver que había, y ¡oh sorpresa! había armas y algún tipo de obras de arte por allí desperdigadas. La cosa no terminó muy bien ya que cuando cogí el arma y una de esas obras de arte, allí se montó el pifostio.
Uno de los lugartenientes del Mafias principal de la fiesta, me quiso meter una yoya por la espalda, pero no se habían percatado que no toda mi vida había sido periodista, así que de un empujoncito le enseñé que tampoco soy un crio al que puedan hacer lo que quieran.
Y después, como buen ciudadano, llamé al señor Blake para explicarle lo sucedido y entregarle las cosas. Estaba claro que era en uno de los pocos de los que me fiaba. Así que había que actuar bien y con respeto, que el militar imponía bastante.
