HISTORIA DE UN ÉXODO: DE CÓMO LA HUMANIDAD HUBO DE ABANDONAR SU HOGAR
Muchos relatos se han oído acerca de lo que pasó el último día de vida del Sol terrestre; la estrella que daba nombre al Sistema Solar. Pero la mayor parte de esos relatos son rumores sin confirmación. Ésta es la historia de este reportero que lo vivió en sus carnes.
La jornada comenzó de un modo festivo, con el conjunto de dirigentes de la Tierra Unida celebrando la buena marcha de la construcción de su primera nave de clase Éxodo: la Moisés.
Todo el mundo ya conocía el funesto destino que esperaba a su planeta, sin embargo, un buen puñado de esos mastodontes intergalácticos bastaría para sacar a la humanidad de su involuntaria tumba para ser acogida en el seno de los planetas de la CPP. Toda una migración masiva que, sin duda, levantaría ampollas entre las razas inteligentes de la galaxia.
Como digo, los mandamases terrestres, con su Presidente Milton Bush a la cabeza, nos obsequiaron a todos los presentes con una visita VIP a la nave que habría de ser su buque insignia. Digo a todos los presentes porque allí no cabía ni el apuntador; parece que todo el mundo quería subir a ella. Así, las naves de clase Epístola nos transportaron sin cesar al que a la postre se convertiría en nuestro hogar.
El sitio estaba…bien. No me malinterpreten. Era colosal y abrumador. Pero, vaya, era una nave espacial y gracias a nuestros amigos alienígenas ya hemos visto muchas en nuestro planeta aunque esta sea la primera construida en su totalidad por la raza humana.
Tras la visita guiada por las maravillas de la ciencia, Bush nos ofreció un discurso magnífico que conmovió a los presentes. Allí, a su vera, estaban los miembros de su Consejo Privado (o algo así; no estamos seguros porque no nos dejaron entrevistarles en un principio). Cómo cambió el cuento luego jejeje.
En fin, que, como siempre, lo bueno no puede durar. No podíamos estar más felices viendo a Adonis y Vesta, la pareja del momento, conversar con todos sus fans cuando de pronto un rumor corrió como la pólvora: al Sol no le quedaban años de vida sino horas. Pocas horas.
Una de las científicas más reputadas, Hannah Amauri, había hecho un descubrimiento alarmante: algo estaba acelerando la extenuación del astro. Mientras los guardias del complejo procuraban evitar que el caos cundiera, una pequeña nave pilotada por un puñado de sacrificados valientes se dirigía al Sol para investigar. Descubrir un extraño objeto, de proporciones bíblicas, incluso mayor que la Moisés, y que parecía nutrirse de la energía de la estrella, no hizo sino acrecentar los temores de todos.
De vuelta a la Tierra, conocidas las funestas noticias, todo el mundo se puso manos a la obra para acabar a toda prisa la Moisés y cargar las naves de clase Mandamiento con todos los pasajeros y suministros posibles antes del fin. Por supuesto, alguien filtró la noticia fuera del complejo del Proyecto Éxodo y hordas de manifestantes decidieron expresar de modo acalorado sus discrepancias contra la imposición forzosa de quedarse en una Tierra que, inminentemente, quedaría destruida. Ni siquiera la intervención de Milton Bush, ese gran hombre de Estado, pudo sosegar sus ánimos y el pobre sufrió varias heridas mientras cumplía su deber.
Con la seguridad volcada en evitar nuevas intrusiones, la Moisés, el Arca Genética e incluso un ARTca que salvaguardaría parte de las obras de arte humanas, fueron terminadas por los pelos. La flota estaba casi lista para partir. Sólo restaba finalizar el proyecto más ambicioso y complicado de la historia científica de la Tierra: el Motor Solar, ese núcleo energético que proporcionaría a la Moisés la energía de un Sol en miniatura para poder partir. El esfuerzo combinado de constructores y científicos hizo que hasta pareciera algo simple, aunque este reportero da fe de que de fácil no tenía nada.
Caía la noche y parecía que la flota podría calmarse un poco. Los líderes políticos habían llegado a una serie de acuerdos que tenían por objetivo el bien común (aunque hay rumores de enfrentamientos entre ellos, ninguno de ellos ha querido responder a las preguntas de este periodista al respecto) e, incluso, se habían localizado las coordenadas de tres posibles planetas de destino para mudarnos.
Pero lo bueno no dura para siempre y un nuevo mazazo golpeó sin misericordia a los futuros colonos espaciales: su presidente, el amado Milton Bush, caía fulminado en medio de su discurso de agradecimiento. Todo apunta a que fue envenenado y, tras el cierre de esta edición especial, aún no hay pistas sobre la identidad del magnicida.
No obstante, la vida continúa y el haber encontrado una base espacial secreta humana reconfortó a los cosmonautas. Éstos enviaron de nuevo al piloto Frankie Sanders en su nave, protegido por el Coronel Terra y otro puñado de valientes, a lograr sus objetivos. Tras luchar contra un fiero guardián similar a un cíborg, los exploradores tuvieron que huir…sin saber que el cíborg enloquecido se había subido al fuselaje de su nave y viajaba con ellos hasta el complejo.
Una dura batalla estalló cuando la criatura comenzó a atacar sin provocación a todos cuantos se cruzaban con él y no fue sino la acción combinada de todos los guardias, Terra e incluso el poderoso Centurión, la que consiguió derrotar a aquel ser. ¿Qué maravillas se esconderán en su programación? Intentaremos averiguarlo en un futuro reportaje.
Y, hablando de programación, ¿conocen ya a la adorable Vinsi, la nueva IA de la Moisés? Pues parece ser que entre varios científicos lograron dotar de conciencia a nuestra preciosa nave, lo que ha resultado en la creación de una secretaria omnisciente y omnipresente que todo lo ve. Sí, todo. Hasta eso que estás pensando.
Pero, tranquilo, los parámetros de personalidad de Vinsi dejan muy claro que ante todo debe proteger la humanidad y su libre albedrío. Por lo tanto, salvo que estés pensando en colocar una bomba en nuestras naves, la ¿chica? se lo callará todo.
Así, poco a poco llegamos al final de nuestra historia. Pero ¿qué es una historia sin un buen final apoteósico? Esta no podría ser menos.
Tras escoger unos líderes mediante un dudoso sistema representativo que ha causado mucho descontento, se recibió un mensaje cifrado de la CPP en el que se nos informó de nuestra expulsión de la misma por carecer de planeta (en efecto, si no hay planeta, no nos dejan ser del club. Ya podrían haberlo avisado antes de unirnos). Además, la propia Moisés sufrió un ataque brutal de unas extrañas criaturas, semejantes a estatuas, que se dirigieron directamente contra el Motor Solar.
Dicen las malas lenguas que el pequeño chico Tyler, el hermano de nuestra psiquiatra de cabecera, de alguna manera, podía hablar con ellas o escuchar sus comunicaciones. “Destruir el motor solar”, balbuceaba un chaval que por lo demás no había abierto la boca en todo el viaje, catatónico él. Sea como sea, las estatuas fueron destruidas con un alto coste de amputaciones de brazos y piernas entre nuestros defensores (que esperamos puedan serles reimplantados o sustituidos) y con la amenaza sobre el pobre chico Tyler por algún bestia incapaz de sentir lástima por él.
Y ya está, hemos acabado. Los motores rugen mientras saltamos hacia nuestro destino: Nidro, un planeta con dos soles, inexplorado y que, quizá sí, quizá no, pueda sernos de utilidad.
¿Sobreviviremos como raza?
¡Se lo contaremos en nuestro próximo número!